jueves, 7 de junio de 2012

el camino ... parte 2

... Luego hablaremos del laberinto. Previamente, me gustaría bosquejar cómo la tradición filosófica ha utilizado el modelo arquitectónico como metáfora de un tipo de pensamiento que, en sí mismo, no puede ser arquitectónico. En Descartes encontramos, por ejemplo, la metáfora de los fundamentos de la ciudad, y se supone que tales cimientos son los que propiamente han de soportar al edificio, la construcción arquitectónica, la misma ciudad ...

Entonces, debemos iniciar un nuevo viaje en este camino, para que las ideas se materialicen, se hagan perceptibles a nuestros sentidos, sin perder la fuerza de la connotación, del significado.

Así debemos hacer uso de imágenes, sonidos, olores, formas, colores ... utilizar nuestras manos con fuerza ... con dramatismo ... exagerando ... para sacar de nuestra furtiva mente con garras todo lo que tenemos y debemos expresar


... Por ello me pregunto cómo pudo haber existido una forma de pensamiento relacionada con el hecho arquitectónico antes de la separación entre teoría y práctica, entre pensamiento y arquitectura ...

Un camino, para poder materializar nuestros pensamientos, es entonces la construcción de objetos mediante volumenes, planos, líneas; reparando en los materiales a utilizar, los cuales deben despetar nuestros dormidos sentidos, a través de los cuales se podrá materializar nuestros pensamientos, es una manera de expresión, que no es ajena a otras ramas en las artes. Estos objetos nos acercarán a las formas, volúmenes, que luego se transformaran, seguramente, es el caso de la arquitectura, en espacios, primero, y luego en edificios.

Es en este camino, que el arquitecto, busca y encuentra un lenguaje formal que ayude a esclarecer el laberinto que son sus ideas, sus pensamientos, es ahi donde encuentra cabida la plástica como lenguaje formal, es aquí donde el arquitecto asume riesgos a cambio de expresión pura de sus ideas.  Utiliza entonces teoría compositiva, pero sin trasgredir el objetivo principal de expresar sus ideas.

No debe existir límites en la creación de estos objetos primarios cargados de conceptos, de ímpetu pues el objetivo es que el arquitecto expulse todas esas ideas mediante formas, texturas, materiales, demostrando la sensibilidad que lo caracteriza.

... No hay edificio sin caminos que conduzcan a él o que arranquen de él, ni tampoco hay edificios sin recorridos interiores, sin pasillos, escaleras, corredores o puertas. Pero si el lenguaje no puede controlar la accesibilidad de esos trayectos, de esos caminos que llegan a este edificio y que parten de él, únicamente significa que el lenguaje está implicado en estas estructuras, que está en camino, «de camino al habla» [Unterwegs zur Sprache], decía Heidegger, en camino para alcanzarse a sí mismo. El camino no es un mé todo; esto debe quedar claro. El método es una técnica, un procedimiento para obtener el control del camino y lograr que sea viable ...

... La cuestión de la arquitectura es de hecho el problema del lugar, de tener lugar en el espacio. El establecimiento de un lugar que hasta entonces no había existido y que está de acuerdo con lo que sucederá allí un día: eso es un lugar. Como dice Mallarmé, ce qui a lieu, c'est le lieu. En absoluto es natural ...

Es indudable, que este primer producto, el OBJETO, tiene toda una carga expresiva, y ese es su valor, a partir de aquí el arquitecto empieza a incluir otros aspectos que empiezan a moldear la propuesta arquitectónica, la propuesta espacial, lo complejo de las relaciones entre espacios, el lenguaje formal empieza a tomar consideraciones importantes como la participación del usuario y su desenvolvimiento a través de acciones, actividades, consolidación de los espacios en su uso...



http://www.jacquesderrida.com.ar/textos/arquitectura.htm